En
fin, un individuo de ideas abiertas
La
picazón en el oído lo atormentaba. Cogió
el llavero y metió la llave más finita en la
cavidad. Rascó suavemente el pabellón, luego
la hundió en el orificio encerado. Y rodó, giró
la puntita de la llave en beatitud, procurando aquel punto
exacto en que cesaría la picazón.
Hasta que, trac, oyó el ligero ruido y, la llave en
fin encajada, notó que la cabeza lentamente se abría.
___
Título
original: "Enfim, um indivíduo de idéias
abertas", publicado en Contos de amor rasgados,
Sao Paulo: Rocco, 1986, p. 11 - traducido por Carlos Bonfim.
Nunca
descuidándose del deber
Jamás permitiría que su marido fuese al trabajo
con la ropa mal planchada, no fueran a decir los colegas que
era esposa descuidada. Arrimada a la tabla de planchar con
mirada vigilante, cazaba arrugas, deshacía pliegues,
alisaba puños y pechos, afilaba el pliegue de los pantalones.
Y a pura plancha y almidón, envuelta en vapores, alcanzaba
el punto máximo de su arte al arrancar de los cuellos
liso brillo de celuloide.
Impecable, transitaba el marido por el tiempo. Que, aunque
respetaba ternos y camisas, empezó subrepticiamente
a marcar su avance en la piel del rostro. Un día notó
la mujer un ligero aflojarse de los párpados. Semanas
después notó que en la sonrisa se fruncían
hondos los lados de los ojos.
Pero fue sólo muchos meses más tarde que la
presencia de dos fuertes pliegues bajando desde los lados
de la nariz hasta la boca se hizo innegable. Sin decir nada,
ella esperó la noche. Estando finalmente segura de
que el hombre dormía el más pesado de los sueños,
cogió un trapito húmedo y, silenciosa, prendió
la plancha.
___
Título
original: "Nunca descuidando do dever", publicado
en Contos de amor rasgados, Sao Paulo: Rocco,
1986, p. 31. - traducido por Carlos Bonfim.
Cantata dividida
Desde los tiempos del noviazgo se amaban en una lengua que
sólo los dos conocían. Con ella intercambiaron
promesas, con ella inventaron una canción. E incluso
después de casados, aunque hablasen otras lenguas en
la calle, al cerrar la puerta de casa sólo en su lengua
se entendían.
Fue también en su lengua que se desentendieron y, después
de muchas discusiones, decidieron separar sus vidas. Dividieron
los discos, dividieron los libros, quedó ella con los
muebles del cuarto, escogió él los de la sala,
y hasta el piano que les habían regalado los padrinos
se hizo en dos: a ella le tocaron las teclas blancas, mientras
él se contentaba con las negras.
A pesar de la pérdida de la mitad del cotidiano, ella
luchaba por conducir la vida a un nuevo orden cuando, una
tarde, sentada frente a lo que quedaba del piano, la revelación
le heló las manos. Sólo en ese instante, preparándose
para cantar, notó que el amor nunca más le sería
posible. El marido se había llevado todas las consonantes
de su lengua. Y, subrepticio, había cargado con él
el segundo verso de la canción.
___
Título original: "Cantata dividida",
publicado en Contos de amor rasgados, Sao Paulo:
Rocco, 1986, p. 85. - traducido por Carlos Bonfim.
Preludio
y fuga
La noche sobre la piel. Y el deseo. Los pezones lentamente
duros exigiendo que se acostase de bruces. Los pelos contra
el colchón exigiendo que abriese lentamente las piernas.
En la boca, sin embargo, sólo su propia lengua, que
no la sabía penetrar.
Se levantó en secreto. Fue hasta la sala. Descalza,
hizo el amor con el piano de cola.
No era un buen amante. Desafinó varias veces antes
de que ella alcanzase el orgasmo. Pero tenía la virtud
principal: era muy romántico.
___
Título
original: "Prelúdio e fuga", publicado
en Contos de amor rasgados, Sao Paulo: Rocco, 1986, p. 91.
- traducido por Carlos Bonfim.
La pasión
de su vida
Amaba
a la muerte. Pero no era correspondido.
Tomó veneno. Se lanzó desde los puentes. Aspiró
gas. Siempre ella lo rechazaba, negándole el abrazo.
Cuando finalmente desistió de la pasión y se
entregó a la vida, la muerte, celosa, le explotó
el corazón.
___
Título
original: "A paixao da sua vida", publicado
en Contos de amor rasgados, Sao Paulo: Rocco,
1986, p. 87 - traducido por Carlos Bonfim.
Para sentir
su liviano peso
Guardaba
el ruiseñor en una cajita. Todo lo que quería
era andar con el ruiseñor trepado en el dedo. Pero
si abriese la cajita, ¡ah!, seguramente se escaparía.
Entonces, amorosamente, se cortó el dedo. Y, a través
de una mínima ranura, lo metió en la cajita.
___
Título
original: "Para sentir seu leve peso", publicado
en Um espinho de marfim e outras histórias,
Porto Alegre: L&PM, 1999, p.13 - traducido por Carlos
Bonfim.
El
pajarito
Empezó
diciendo que tenía un pajarito en la cabeza. Se quejaba.
El pajarito movía las alas, le dolía la cabeza.
Nadie le hizo caso.
Hasta dejó de quejarse. Gemía, conversaba con
el pajarito que la habitaba. Murió sofocada, la nariz
repleta de alpiste.
___
Título
original: "O passarinho", publicado en Um
espinho de marfim e outras histórias, Porto
Alegre: L&PM, 1999, p.14 - traducido por Carlos Bonfim.
Apoyándose en el espacio vacío
Durante
más de 20 años compartió la cama con
su esposa china. Y aunque Ching-Ping-Mei no le hubiese dado
hijos, sabía cuánto ella los había deseado.
Varias veces, a lo largo de aquel tiempo, le había
dicho que estaba embarazada, y perdía la criatura en
lamentables accidentes. Y él piadosamente fingía
creerle por no herir su delicada sensibilidad oriental.
Gentilmente se amaban. Recato, oscuridad, juegos de abanicos.
Así se procuraban desde siempre en la pesada penumbra
del cuarto. Cuerpos nunca revelados, niebla de incienso, el
amor envuelto en velos y cortinas, conservando el misterio
de los primeros días.
Pero,
enfermándose Ching-Ping-Mei, exigió el médico
que se abriesen puertas y ventanas y se hiciese luz, haciendo
posible el examen. Y aunque él se mantuviese del lado
de afuera de la puerta, en discreta espera, no se le permitió
escapar a la dura revelación traída junto con
el diagnóstico.
La paciente pronto se curaría, le comunicó el
médico, pero él consideraba que era su deber
comunicarle que a la luz de la medicina y no obstante la gracia
y la dulzura innegable, su esposa Ching-Ping-Mei era, en realidad,
un hombre.
Aturdido, tambaleó sintiendo deshacerse el cerne del
amor, estiró las manos hacia delante. Pero ¿en
qué apoyarse si él mismo, a pesar de la barba
y de los bigotes, y sin que su amada jamás desconfiase,
era y había sido a lo largo de aquellos años
todos, mujer?
___
Título original: "Apoiando-se no espaço
vazio", publicado en Contos de amor rasgados,
Sao Paulo: Rocco, 1986, p. 93-94 - traducido por Carlos Bonfim.
Una vida
al lado
Fina
la pared. Y más allá de ella, la vida del vecino.
Irritante al principio. Ruidos, golpes, tos, todo interfiriendo,
infiltrándose. Luego, poco a poco, familiar.
Le sabía el baño, las comidas, las horas de
descanso. A cada gesto, un sonido. Y en el sonido, recreado,
lo veía moverse en geometrías idénticas
a las suyas. La sala, el cuarto, el corredor.
Cada vez más se ligaba al vecino, absorbiendo sus hábitos.
Oía el batir de ollas y se apresuraba a la cocina,
venían voces moduladas y prendía la tele. Por
la noche sólo podía dormir después del
golpe de los zapatos del otro en el suelo, el crujir de la
cama señalando que se había metido entre sábanas.
Lo perdía, sin embargo, cuando salía puerta
afuera. Pasos, tilinteo de llaves, allá se iba el vecino.
Sin él, vacíos la sala y el cuarto, la pared
enmudecía, separando silencios.
Volvía al final del día, puntual. Pasos, tilinteo
de llaves. Él entonces prendía la luz al clic
del interruptor del otro y, juntos, ponían la casa
en marcha.
Intentaba a veces seguirle las andanzas. Espiaba por el ojo
mágico estudiando la paciencia con que esperaba el
elevador, se ponía a la ventana para ver qué
dirección tomaba, en qué ómnibus subía.
Y justamente en una tarde en que acechaba, vio al otro cruzar
en mala hora la calle agitada, hesitar, correr y ser atropellado
por una furgoneta.
Notó que necesitaba trabajar rápido. Sin hesitar,
arrancó las puertas de los armarios, las cortinas,
cogió la caja de herramientas y empezó a aserrar,
lijar, batir, pegar.
Todo estaba listo cuando oyó que llegaba el ataúd
del otro para el velorio. Sobre la mesa de la sala, en la
exacta posición en que debería estar el del
vecino, colocó su propio ataúd. Después
abrió la puerta de par en par y, vestido en el terno
azul marino, se acostó cruzando las manos sobre el
pecho.
Todavía tuvo tiempo de pensar que se había olvidado
de limpiarse los zapatos. Y los primeros visitantes empezaban
a llegar, entrando con la misma tristeza en los dos departamentos
para llorar difuntos tan iguales.
___
Título
original: "Uma vida ao lado", publicado en
Contos de amor rasgados, Sao Paulo: Rocco,
1986, p. 105-106- traducido por Carlos Bonfim.
Por servicios
prestados
El lavabo les pareció a todos el mejor lugar para la
gallina, antes pollito regalado en cumpleaños de niño.
Pero oprimida por el frío brillo de los mármoles,
entristecida por la soledad, se refugió la pobrecita
en la postura rompiendo récords. Tres, cuatro veces
por día buscaban docenas de huevos en el suave nido
del bidé. Y de noche.
Pronto, vendían huevos y enriquecían. Televisión,
cine, se ocuparon de la gallina. Los amigos se hicieron más
frecuentes. Recibían.
Y, recibiendo, el lavabo se volvió fundamental. Para
las visitas, no para la gallina. Que de allí fue transferida
al vivero alemán importado, con agua corriente y luz
natural, donde, como siempre había deseado, pasó
a poner tan sólo un huevito diario.
Por lo que fue considerada improductiva y llevada a la olla,
fricassé, en cena de muchos amigos.
___
Título
original: "Por serviços prestados",
publicado en Contos de amor rasgados, Sao Paulo:
Rocco, 1986, p. 113 - traducido por Carlos Bonfim.
Pero por
ella esperaba desde el inicio
No
teniendo mar en su país, el dictador soñaba,
sin embargo, en combatir los grandes cetáceos. Mandó
entonces que una ballenera construida con el dinero del pueblo
fuese colocada sobre el césped delante del palacio.
Y todos los años, llegada la época propicia,
declaraba abierta la estación de caza, subía
a bordo y mandaba levantar anclas. Remolcado por cuerdas,
singlaba los verdes flujos del césped.
Luego, entre espumas de bordados franceses, los criados traían
ballenas de cartón que, al sonido de una orquesta de
cámara, eran gloriosamente arponeadas por el líder.
Durante años navegó el verde, alineando victorias
bajo los aplausos de los ministros. Hasta el día en
que se deparó con una ballena blanca. Que, inmensa
y voraz, terminó por agotarle las fuerzas. Y en lucha
desigual lo arrastró con ella hacia el fondo.
___
Título
original: "Mas por ela esperava desde o início",
publicado en Contos de amor rasgados, Sao Paulo:
Rocco, 1986, p. 109 - traducido por Carlos Bonfim.
Aunque sin
asco
Cenaba
con la amante en restaurantes llenos de espejos.
Mal terminaba el maitre de flambear el postre, iba él
a encerrarse en el baño. Con la mano metida en el fondo
de la garganta, vomitaba rojas langostas, sanguíneas
salsas y las llamas del coñac.
Luego, se iba a casa, a cenar con la esposa.
Se
acostaba con la amante en moteles llenos de espejos.
Mal corría el agua de la ducha, ya él se encerraba
en el baño. Con la mano metida en el fondo de la garganta,
vomitaba los rubios bucles, los rubios muslos, las llamaradas
de la amante.
Luego, se iba a casa, a acostarse con la esposa.
___
Título
original: "Embora sem náusea", publicado
en Contos de amor rasgados, Sao Paulo: Rocco,
1986, p. 131 - traducido por Carlos Bonfim.
Una
cuestión de educación
Vio
a su mujer conversando en el portón con el amante.
No tuvo dudas. Cuando ella entró, la decapitó
con el machado. Después recogió la cabeza y,
antes de que toda la sangre escapase por el cuello interrumpido,
la arrojó a la olla. Picó la cebolla, los condimentos,
agregó agua y empezó a cocinar la grande sopa.
Lista, sin embargo, no pudo comerla. Ansias de vómito
le cerraban la garganta delante del plato macabro. Nunca,
desde pequeño, había soportado la visión
de cabellos en la comida.
___
Título original: "Uma questão de educação",
publicado en Contos de amor rasgados, Sao Paulo:
Rocco, 1986, p. 205 - traducido por Carlos Bonfim.
Dormiremos
a la sombra
No
sabía dormir con luz. Apenas amanecía, ataba
un pañuelo negro sobre los ojos y continuaba el sueño
en profunda noche.
En plena revolución lo apresaron y lo condenaron a
muerte. Permitieron que se sentase delante del pelotón
de fusilamiento. El padre trajo la extremaunción. El
capitán trajo la venda.
Antes de que fuese dada la orden de disparar, el trapo negro
hizo noche en sus ojos. Y, recostando la cabeza en la silla,
se durmió.
___
Título original: "Dormiremos à sombra",
publicado en Contos de amor rasgados, Sao Paulo:
Rocco, 1986, p. 205 - traducido por Carlos Bonfim.
Ángel
de la guarda
De
allí no escaparía. Garantizaban su permanencia
la argolla de hierro en el pie y la punta del ala cortada.
Sin él, qué soledad insoportable sería
su vida.
Sí, era otra mujer. Lavaba, planchaba, cantaba en la
cocina y crecía plantas.
Lejos estaban los días de llanto y desesperación.
Lejos aquella tarde en que, el veneno listo en la cocina,
había sonado el timbre interrumpiendo el gesto. Y desde
la puerta, rubio y alado, el adolescente le había dicho:
No llores. Vine a ayudarte. Soy tu ángel de la guarda.
___
Título original: "Ängel de la guarda",
publicado en Um espinho de marfim e outras histórias,
Porto Alegre: L&PM, 1999, p.52 - traducido por Carlos
Bonfim.
Un engranaje
Desarmó
la cabeza, pieza por pieza. La aceitó, pulió,
limpió con franelas. Después empezó a
montarla. Lista, vio que un engranaje había quedado
en la mesa. Pensó en recomenzar. Lo intentó.
No pudo. Faltaba, para saber desarmar, aquel engranaje principal.
___
(Título original: "Uma engrenagem",
publicado en Um espinho de marfim e outras histórias,
Porto Alegre: L&PM, 1999, p.164 - traducido por Carlos
Bonfim)
|