Pasó
un cortejo fúnebre y olí la muerte.
De una carroza tirada por caballos negros alguien, una mano
quizás, me arrojó una beba. La tomé en
el aire, enseguida comprendí quien era.
Vi mi cara como en un espejo, supe que había muerto
hace mucho, en una isla lejana. Ví desde arriba la
forma de la isla rodeada de mar, el mar llevándome
hacia adentro, apenas podía respirar. En la isla donde
había nacido había siempre disputas. Hombres
y mujeres se peleaban casi siempre hasta morir. De ese desangradero
venía yo, comprendí mi vida en segundos, ése
era mi pasado. Me pregunté, con la beba en los brazos,
despierta y tranquila, cuál sería el porvenir.
Mi abuela que era gitana me lo había dicho en sueños
una vez. Estábamos las dos a la orilla de un río
y había sol, entonces ella dijo: "tendrás
la magia, todo dependerá de los fines que elijas".
Al despertar me pregunté acerca del significado del
sueño, no hubo respuesta. Supe solamente que se me
comunicaría en sueños, alguna vez. Sabiendo
la verdad invoqué a Dios. Algunos magos habían
muerto en la hoguera. Mi padre antes de morir me confesó
en secreto que velaría mis sueños como mi abuela
lo había hecho con él. Me quedé perpleja,
tenía una beba en los brazos y no sabía qué
hacer.
Cuando
desperté el corazón me latía con fuerza,
la beba ya no estaba ahí. Salí a la calle, como
una autómata me dirigí a un quiosko de diarios
y compré una revista sin saber ni siquiera su contenido.
Volví a mi casa, la abrí en una página
y reconocí la fotografía de la isla. Las historias
que ahí se contaban eran por mi conocidas desde la
revelación de mi vida anterior. Quise volver a dormir
y no pude conciliar el sueño. Me quedé sentada,
escuchando mi respiración, cerré los ojos, vi
la pelea de dos hombres a cuchilladas. Escuché el sonido
del mar una vez más.
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